La expansión de áreas verdes inducida por la polinización ayuda a filtrar partículas contaminantes, como el polvo y los gases tóxicos que predominan en los ambientes urbanos. Las plantas y árboles de jardines polinizados contribuyen a la retención de esos contaminantes, mejorando la calidad del aire en barrios densamente poblados. Este proceso tiene un efecto directo sobre la salud respiratoria de los habitantes.
Las zonas verdes influenciadas por la actividad de las abejas contribuyen a suavizar las temperaturas extremas. Durante el día, las plantas proporcionan sombra y refrescan el ambiente debido a la evapotranspiración; por la noche, ayudan a reducir el efecto de isla de calor propio de los materiales urbanos. El aumento de la vegetación crea ambientes urbanos más agradables y habitables.
La proliferación vegetal, beneficiada por la polinización, eleva los niveles de humedad ambiente y reduce la sequedad del aire característica de muchas ciudades. Esta mejora en el microclima urbano influye positivamente en la salud de los ciudadanos y puede disminuir la incidencia de enfermedades respiratorias asociadas al aire seco y contaminado.